A pesar del boom de la soja, por qué la Argentina está lejos de pegar el salto exportador que tanto necesita para generar dólares

Las proyecciones de los analistas indican que este año el comercio exterior va a mostrar crecimiento por los altos precios internacionales de las materias primas. Pero la inestabilidad macro y las prohibiciones del Gobierno hacen de contrapeso

“La Argentina tiene que fomentar las exportaciones porque es la única manera de generar divisas genuinas”, se escucha decir, desde el comienzo de la gestión de Alberto Fernández, a casi todo el gabinete económico. Exportar genera los dólares que el país necesita para crecer: tan sencillo como eso. Pero la tarea no es fácil, y mucho menos para un país como la Argentina, con enormes vaivenes macroeconómicos y decisiones políticas que van en contra de este impulso del comercio exterior. La reciente decisión de cerrar las exportaciones de carne por 30 días es un claro ejemplo de eso: “hay que venderle más al mundo”, pero luego se toman medidas contrarias a este rumbo.

Las ventas al exterior están estancadas desde el 2011, último año de cifras récord, con USD 84.000 millones. A partir de ese momento, el comercio exterior se estancó y las proyecciones para este año, aún pese a la recuperación del comercio mundial luego del crítico 2020 y de los altos precios internacionales, todavía están lejos de lograr esos números.


De acuerdo con las estimaciones de la consultora Abeceb, las exportaciones crecerán 26%, a USD 69.400 millones, en tanto que las importaciones lo harán 29% para ubicarse en torno a los USD 59.400 millones. Los altos precios, especialmente de soja y maíz, sumados a la baja base de comparación del año pasado por la irrupción del covid-19 explicarán el crecimiento.

Las ventas al exterior están estancadas desde el 2011, último año de cifras récord, con USD 84.000 millones. A partir de ese momento, el comercio exterior se estancó

Pero los motivos del repunte son ajenos a decisiones políticas que estén orientadas en lograr un fuerte impulso exportador, más allá de ciertas acciones puntuales que han tomado los diferentes gobiernos, que pueden ayudar en el margen. Para lograr el objetivo, no sólo tiene que haber reglas de juego claras y estables en el tiempo, sino estabilidad macroeconómica y una vocación de apertura que en países como la Argentina genera una gran resistencia en muchos sectores productivos.

“El país está estancado. Nuestras exportaciones hoy representan el 0,3% de todas las ventas mundiales. El mundo avanzó en acuerdos de libre comercio y reducción de trabas y la Argentina no lo hizo. En los 2000 había 100 AEC y hoy hay 300. Hoy un exportador de vino chileno entra a Europa con arancel 0 y uno argentino entra con arancel, por lo que cada vez es más difícil competir”, explicó el titular de Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), Marcelo Elizondo. Y agregó: “Además, la inestabilidad macroeconómica, los controles de cambio, la inflación. Y en tercer lugar, para exportar hay que tener empresas. Y los países que exportan mucho son países que invierten en el exterior, que actúan dentro de las cadenas de valor. La Argentina no tiene ni empresas argentinas que inviertan en el exterior, ni inversión extranjera directa”.

Coincidió con esta visión el analista macroeconómico de Abeceb Tobías Pejkovich Balbiani, al remarcar que “la Argentina se ha caracterizado por ser un país estructuralmente cerrado al mundo” y, además, de los más cerrados de América Latina, sólo superado por Brasil. De hecho, en 2019 (año pre pandemia), el intercambio comercial representó el 26% del PBI y 22% para Brasil, mientras que en otros países de la región, como México o Paraguay, el ratio osciló entre 60% y 70%, repasó el economista. A su vez, en Chile, Bolivia, Ecuador y Perú, las exportaciones representaron entre el 40% y el 50% del producto, en tanto que países como Uruguay y Colombia alcanzaron guarismos levemente superiores a los de la Argentina.

“La Argentina se ha caracterizado por ser un país estructuralmente cerrado al mundo” (Pejkovich Balbiani)

Con las estimaciones descriptas, Abeceb prevé que el superávit comercial de este año se ampliaría a USD 14.700 millones, equivalente al 3,6% del PBI, mientras que el intercambio comercial sería de USD 124.000 millones. Con estos valores, se alcanzaría prácticamente los niveles de 2017/2018, pero aún 21% por debajo del máximo de 2011. Hacia el mediano plazo, desde la consultora no avizoran un salto exportador. Entre 2022 y 2026, las exportaciones mostrarían un modesto crecimiento anual en torno a 3% / 4%, y el superávit comercial, si bien no se desvanecería, se iría reduciendo con el correr de los años por un mayor dinamismo de las importaciones a raíz del crecimiento, explicó Pejkovich Balbiani.

Por su parte, Jorge Vasconcelos, economista del IERAL, de Fundación Mediterránea, fue tajante: “En un país con 40% de pobreza, todos los temas de corto plazo se vuelven dominantes, aunque haya muchas evidencias de que a la Argentina le fue mejor cuando logró mayor inserción internacional”.

Según remarcó el instituto en un reciente informe sobre el Mercosur, en los últimos treinta años, el país registra dos picos del nivel de la tasa de inversión como porcentaje del PBI: en 1998 se llegó a 21,1% y en 2011, al 21,61%. Ambos momentos coinciden con los de mayor penetración de las exportaciones del país en el mercado global, ya que en 1998 se alcanzó un market share de 0,49% de las exportaciones mundiales, mientras que en 2011 ese guarismo fue de 0,46 por ciento.

“Hay que reorganizar el funcionamiento de la economía asignando al Estado y al mercado los roles que han probado ser tan efectivos en países como Corea, Israel, Irlanda, Nueva Zelanda” (Vasconcelos)

“Hay que reorganizar el funcionamiento de la economía asignando al Estado y al mercado los roles que han probado ser tan efectivos en países como Corea, Israel, Irlanda, Nueva Zelanda, entre otros, que incluyen una política decidida de integración al mercado mundial. Así, se gana en productividad por empresas que logran escalas adecuadas, la incorporación de tecnología en forma continua y la especialización que permite capturar nichos de mercado”, plantea ese documento que repasó Vasconcelos en diálogo con Infobae.

Según el economista de Ieral, “superar el modelo de sustitución de importaciones, que le generó crecimiento por varios años a la Argentina, no es sencillo porque en el camino se generaron muchos intereses creados”.

“En la clasificación del Banco Mundial, la Argentina es un país de ingresos medios-altos medido por su ingreso per cápita. Pese a ello, nuestra economía ha venido declinando en el tiempo y ha perdido posiciones frente a otros países de la propia región latinoamericana. Pero esa condición inicial indicaría que seguimos manteniendo ventajas para insertarnos en el mundo con capacidad para contener los riesgos comerciales que pudieran aparecer. El crecimiento de las exportaciones es, en la experiencia internacional, uno de los factores más decisivos para mejorar el desempeño de los países en desarrollo”, opinó Marcela Cristini, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).

“El crecimiento de las exportaciones es, en la experiencia internacional, uno de los factores más decisivos para mejorar el desempeño de los países en desarrollo” (Cristini)

La inestabilidad macroeconómica y los cambios permanentes de políticas de los distintos gobiernos hacen mucho más difícil cualquier intento de potenciar el comercio exterior, más allá de medidas que se adopten para impulsarlo. Ocurrió en la gestión de Mauricio Macri, donde tampoco los intentos por lograrlo salieron bien. “Macri planteaba cosas que en los hechos no pudo poner en práctica. Se quedó a mitad de camino. Y si bien crecieron las exportaciones durante su mandato, la inestabilidad interna fue un gran adversario”, afirmó Elizondo.

Al respecto, Vasconcelos agregó: “La secuencia de las políticas es fundamental. Toda esta experiencia nace del cepo 2011-2015, pero también de lo que hizo Cambiemos. Primero hay que desmalezar lo que traba el comercio y progresivamente ir normalizando el circuito cambiario. Y se hizo al revés. Con un tipo de cambio tan volátil, es muy difícil que las inversiones se canalicen como deberían hacia la producción de bienes exportables”.

“La realidad es que el impulso a las exportaciones debería ser un tema prioritario en la agenda de cualquier gobierno, más allá de su signo político. El ingreso genuino de divisas es condición necesaria para la estabilización macroeconómica de corto plazo y también será de especial relevancia hacia el mediano, cuando en 2025 comiencen a aumentar las necesidades de dólares con los vencimientos de deuda tras la reestructuración del año pasado”, sumó el analista de Abeceb.

Pero “la administración actual ha tenido cierto sesgo anti-exportación”, dijo Tobías Pejkovich Balbiani, y se refirió específicamente al aumento de las las retenciones a los productos agrícolas, al reciente cierre de las exportaciones de carne vacuna por 30 días, y al intento de cierre de las ventas de maíz a comienzos de año. “Los costos a mediano plazo serán sustancialmente mayores a los potenciales magros beneficios de corto, y no solo en términos de inflación futura. En primer lugar, dicha decisión genera un deterioro de la confianza de los importadores en el país e incentivos a que nuestros compradores recurran a los principales competidores. En términos generales, también tiene efectos colaterales ya que eleva los niveles de incertidumbre en relación al grado de intervencionismo estatal y futuras medidas regulatorias que pueda adoptar el gobierno”, agregó Pejkovich Balbiani.